Black Albums 2022: 20 grandes discos de música negra





No hay escapatoria: es terminar el año y proliferar las listas con los mejores discos del susodicho. Y claro, como en todo lo que prolifera, los lugares comunes campan por sus respetos. Sobre todo, en opinión de este que escribe, en cuanto a la orientación de las listas. Yo, que lo crean o no, estoy muy pendiente de estas cosas, veo pocas listas realmente especializadas que permitan hacer un seguimiento/descubrimiento del año en un sentido que se aparte del tono generalista. 


Especialmente sangrante es el caso de la música negra. No me malinterpreten, existen publicaciones especializadas en el tema que a buen seguro harán su trabajo, pero no crean que son tantas y sobre todo, suelen emitir listas no tan diversas como la que aquí les vamos a presentar. 

Y es que lo que vamos a intentar con este listado de 20 discos es, sencillamente, dar una visión lo más poliédrica posible de lo que ha  sido la música negra durante el año. Eso incluye todos los géneros posibles: soul, reggae, funk, afro-beat, hip-hop, jazz... Y, creo que no hace falta decirlo, pero por si acaso: está hecha con un criterio propio. Eso, como siempre, es bueno y malo. Bueno, porque aunque seguro que habrán discos que aparecerán en otras listas, seguro que encontrarán aquí alguno que se les ha escapado. 

Y malo, porque las personas que, como yo, hayan estado pendientes de este apartado concreto del universo musical, seguro que encuentran alguna carencia. Pero es lo que pasa al hacer las cosas a una manera personal: que nunca llueve a gusto de todas y todos. Pero ¿saben qué? Eso me importa bien poco. Lo que sí me importa, como siempre, es comunicar y difundir. Y si a través de estos discos, su música y las palabras de que la acompaño son capaces de disfrutar como yo he disfrutado y descubrir cosas nuevas, trabajo pagado. Así que, as usual: pasen, lean y escuchen. (si hacen click en la portada del álbum, les deriva al enlace de escucha)


Danger Mouse/Black Thought - Cheat Codes (BMG)


El chaval que un día pagó a un colega para que le robara el segundo disco de sus ídolos The Roots es hoy uno de los productores más famosos del mundo. Su proyecto para grabar un disco con Black Thought, MC de la mítica banda, se remonta nada menos que a 2006, cuando empezaron a tantear el tema. Han tenido que pasar 16 años para ver convertido el sueño. Y qué sueño. Cheat Codes es un tratado de hip hop y de blackness cocido a la antigua. Desplegando el género como lo que es, música clásica. Bases muy potentes, con un predominio del soul, el funk y el score en el sampling y gran conocimiento de causa por parte de Danger Mouse a la hora de servirlo de forma que cada segundo de música sea delicioso y que las rimas de este jefazo le hablen al mundo bien fuerte. No hay desperdicio. No hay concesiones. Un disco absolutamente trascendental y a todas luces, magistral.


Brian Jackson - This Is Brian Jackson (BBE)


El que fuera compañero inseparable y director musical de Gil Scott Heron en discos tan esenciales como Pieces Of A Man regresa con su primer disco en solitario en 20 años, gracias a la intervención y labor del productor Daniel Collás, de la Phenomenal Handclap Band. Su título lo deja claro: este es él, ahora. Con todo su poderío. Un músico capaz de adentrarse en el jazz y el funk de una forma completamente genuina y que además, a sus 63 años, demuestra estar en plena forma, tanto vocal como compositiva: las ocho piezas aquí incluidas reivindican lo mejor de su obra. Escuchar una maravilla como “Force of will” y no quedarse boquiabierto es no tener sangre en las venas. Probablemente sea mi canción favorita de este año que termina, pero es que todo el disco está en esa órbita de grandeza. Un regreso monumental, por todo lo alto, de uno de esos músicos que nunca deberían haberse ido y que, esperemos, haya vuelto para quedarse.


Wu Lu - LOGGERHEAD (Warp Records)


El debut largo de este artista del sur de Londres es una de las grandes, grandes, sorpresas del año. Está claro que la música en el Reino Unido está explotando como no lo había hecho en décadas y que son la gente de raza negra los que llevan ahora el timón. Wu Lu es un compositor, músico y productor de enorme talento que lidera una especie de nuevo movimiento que intenta aunar el punk y el rap. Evidentemente, esto ya se ha hecho otras veces, pero no así. LOGGERHEAD es un disco que duele, que impresiona, que dice muchas cosas. Partiendo de su herencia, por proceder de una zona tan racialmente polarizada de la ciudad del Támesis, equilibra géneros como el drum and bass, el folk, el grunge, o el r’n’b en una colección de piezas sencillamente electrizante y diferente. Quién dijo que ya estaba todo dicho en el rock?


Kendrick Lamar - Mr. Morale & The Big Steppers (pgLang)


El álbum que al fin viene a suceder al espectacular DAMN es, sin duda, el producto de la madurez de su autor, un Kendrick Lamar sentado en la cima del mundo, padre de familia, marido, hombre preocupado por lo que pasa a su alrededor, músico sabio y experimentado y en definitiva, un tipo de 35 años que no por ser rico y famoso deja de tener problemas como cualquiera. El refleja todo eso en un disco doble, poliédrico, mucho más complejo que sus predecesores y que busca contar su verdad desde muchas perspectivas, lo cual podría haber resultado en un batiburrillo grandilocuente, pero si alguien podía conseguir algo así, era él. Demuestra que aún ostenta la vara de mando de la trascendentalidad musical y brinda de paso una buena lista de nuevos clásicos que unir a una obra que ya empieza a estar a la altura de lo más grande de la historia de la música negra.


Cecile McLorin Salvant - Ghost Song (Nonesuch)


Tuve la suerte de verla tocar en el festival de jazz de mi ciudad, València. Descubrí así a una artista de enorme talento y un rango vocal casi sobrehumano. Dentro del jazz vocal, digamos, estándar, ya había logrado todo lo que podía lograr, varios Grammy la avalan, pero estaba claro que una artista así debía trascender los géneros. Lo hace con este disco espectacular y conceptual, en el que canta siete originales y reinterpreta otras cinco piezas centradas en los fantasmas, la nostalgia y el anhelo. Empieza con una sobrecogedora “Wuthering Heights”, vía Kate Bush y a partir de ahí, el viaje es totalmente prodigioso. Toda una experiencia que da muestra de una creadora que se sabe diferente y quiere crecer a través de ello. Crece, y de qué manera. Un trabajo colosal, en el que por momentos uno no cree lo que está oyendo. Un disco con el que deleitarse en cada detalle. Y alucinar.


Little Simz - No Thank You (Forever Living Originals)


Nadie esperaba un retorno tan temprano de Little Simz, teniendo en cuenta el éxito cosechado por Sometimes I Might Be Introvert (2021), que aún colea. Pero no todo lo que reluce es oro: la artista británica se ha separado de su manager de toda la vida, ha tenido que cancelar conciertos en USA por dificultades financieras y acusa al sistema de que todo el mundo ha ganado dinero con su trabajo, menos ella. Todo esto lo vierte en un disco que no es necesariamente un sucesor del anterior. La producción de Inflo (que este año ha andado ocupado) vuelve a ser espectacular, pero no tan grandilocuente como en Sometimes…. Las canciones, pese a la amargura de sus textos, tiran mucho más hacia el soul y se apoyan en instrumentos analógicos y portentosos arreglos vocales que hacen de cada una de estas diez piezas un deleite constante y del conjunto, otra obra rotunda de una artista ya imparable. ¿La nueva reina?


Makaya McRaven - In These Times (International Anthem)


Él dice que este es el disco que siempre ha querido hacer. De hecho, lleva haciéndolo desde 2015. Siete años de proceso a través de los cuales ha publicado otros discos tan cruciales como Universal Beings (2018) o Deciphering The Message (2021). No obstante, se nota que en esta obra, concebida como una suite de 11 canciones, el de Chicago ha puesto toda la carne en el asador. Baterista, beatmaker, productor y, sobre todo, dueño de un talento desmedido, elabora en esta obra con olor a clásico todo un catálogo de cómo llevar al jazz a nuevo estadio, el que vuelve a situar el género a la vanguardia de todo, incluso del rock. Un álbum repleto de espiritualidad, en el que la exuberancia y complejidad de la instrumentación es usada como argumento de peso para entender la magnitud del mensaje que se quiere dar. Un mensaje de amor, que puebla cada uno de los compases de esta obra definitiva y monumental.


Yaya Bey - Remember Your North Star (Big Dada)


Desde Brooklyn, Yaya Bey presenta una forma absolutamente propia de entender el r’n’b. En su segundo álbum, mezcla tantos estilos como puede para llegar a una confrontación que a menudo parece caótica, pero siempre acaba por convencer a base de imaginación y asimilación natural de una herencia que ella pone de plena actualidad. Da lo mismo si se pone jazzy (“Alright”), infecciosamente reggae (“Meet me in Brooklyn”), rapera (“Big daddy ya”) o funky (“Pour up”), siempre sabe ser genuinamente ella. Además, es una brillante narradora que centra sus esfuerzos en esta ocasión sobre la feminidad negra y la misoginia que ha encontrado en sus relaciones sentimentales. Todo ello resulta en una obra compleja, multicolor, que es de lo más apasionante aparecido este año en sus coordenadas. Un disco que crece y crece con cada escucha.


Trombone Shorty - Lifted (Blue Note)


Absolutamente apabullante. Es la única expresión que se me ocurre para definir semejante despliegue de funk, soul, blues, rock y jazz cabalgando desbocado a lomos de toda la tradición de Nueva Orleans. Es nada menos que el elemental sello Blue Note el que pone en circulación este disco (el segundo ya bajo esa infalible marca) de Trombone Shorty, que con 36 años lleva ya una dilatada carrera a sus espaldas, pero en esta ocasión parece querer dar el todo por el todo. Una instrumentación exuberante, soberanamente bien planificada, ejecutada y producida, para una secuencia de canciones tan infalible para el baile como brillante en su recapitulación de géneros. Puro disfrute y toda una lección de sonidos negros clásicos traídos al presente con la mayor de las frescuras.


Ezra Collective - Where I’m Meant To Be (Partisan Records)


Que el jazz británico últimamente lo peta no es ningún secreto. El jazz se ha convertido en una música con unas posibilidades de transgresión sonora más acentuadas que el rock, sobre todo si se la combina con otros estilos. Eso lo sabe perfectamente este quinteto de Londres, habitual acompañante de gente tan tremenda como Nubya García, que en este su segundo álbum hace de su habitual mezcla de hip-hop, afrobeat, reggae, funk y jazz un cóctel difícil de igualar. “Donde debería estar”, reza el título de esta obra efervescente, diversa y excepcional en su interpretación por unos músicos tan escandalosamente buenos que daría exactamente igual que aquí tocaran versiones de la banda sonora de Barrio Sésamo, pero el caso es que además el disco contiene bombazos como “Victory Dance”, “Ego killah”, o la irresistible “No confusion”, con Kojey Radical al micro. Y claro, todo ello les sitúa “donde deberían estar”, es decir, en la cumbre.


Horace Andy - Midnight Rocker (On-U Sound Records)


Adrian Sherwood, el legendario productor británico, hace aquí las veces de Rick Rubin. Su Johnny Cash es nada menos que Horace Andy, una de las voces más reconocibles de la tradición musical jamaiquina y, asimismo, uno de los padres del Dub. Juntos elaboran aquí una de esas obras maestras que, de cuando en cuando, les da por hacer a las leyendas en edad madura. Piensen en los últimos discos de John Prine, Gil Scott Heron, Solomon Burke, y acertarán. El mismo sentimiento de experiencia y magistral recapitulación se apodera de este precioso disco que, además de la soberbia recreación del “Safe from harm” de Massive Attack que contiene, ofrece un buen montón de revisiones de clásicos de Andy, así como algunas canciones nuevas, que en absoluto desentonan con el resto y que configuran un encuentro entre dos leyendas que se entienden a la perfección y cincelan uno de esos monumentos a la música que sólo la sabiduría puede otorgar.


Kibrom Birhane - Here And There (Flying Carpet Records)


Nacido y criado en Etiopía, pero con base desde hace años en Los Ángeles, Kibrom Birhane es colaborador habitual de la importantísima escena jazz de la ciudad, formando equipo con gente tan esencial como Kamasi Washington. No obstante, su faceta como bandleader es harina de otro costal. Como demuestra este tercer disco que publica bajo su nombre, podemos considerar al pianista como un sucesor natural del inconmensurable Mulatu Astatke, que puso a Etiopía en el epicentro de la música contemporánea, combinando sus raíces con el jazz norteamericano y la música latina. Algo así logra Kibrom en este Here And There, que además añade un buen montón de cosas más a la combinación: funk, psicodelia, electrónica… todo cabe en un álbum efervescente, excitante y plenamente demostrativo de una multiculturalidad que cada vez está más claro que constituye el futuro de la música.


Ural Thomas And The Pain - Dancing Dimensions (Bella Union)


Probablemente, si hay un descubrimiento que los que se atrevan a bucear en esta lista van a agradecerme, es éste. Ural Thomas es un majísimo señor de 83 años, con la voz más que en plena forma, que en su juventud llegó a actuar en el mítico Teatro Apollo de Harlem, colaboró con los más grandes (Etta James, Otis Redding…) y a finales de los sesenta regresó a su Portland natal para enterrarse en el olvido de una vida convencional. No obstante, al igual que pasó en casos como el de Sharon Jones o Lee Fields, la suerte es caprichosa y llama a tu puerta cuando menos te lo esperas. Su gusanillo le dijo que debía formar una banda y en 2013 formó The Pain. Una máquina de hacer soul a la manera tradicional, pero con unas canciones, un groove y una frescura que ya quisieran los mozalbetes. A su celebrado debut The Right Time (2018) le sucede ahora este Dancing Dimensions, que es una constante orgía de sonidos clásicos asumidos con desparpajo y vigencia. Una sucesión de trallazos inmensos que, lo garantizo, hará las delicias de cualquier aficionado al género. Y de los que no, también.



Beyonce - Renaissance (Parkwood Entertainment)


Please mothefucker, try stopping her. Sabéis quién es la reina, verdad? No hace falta que os lo diga. Queen Be is back. Ha vuelto, y por todo lo alto. Sólo por esta portada majestuosa, triunfal y plenamente ilustrativa de su título, hace de este álbum un imponente puñetazo en la mesa por parte de la única, la que, realmente, nunca se había ido.. Otras podrán pretender el trono, pero sigue siendo suyo. Y ha regresado más sexy, más comprometida y sobre todo, más bailonga que nunca. Renaissance es una fiesta constante. Siempre exuberante, a ratos psicodélica, a ratos petarda, a ratos moderna y también a ratos reivindicativa de géneros vintage. Música disco del siglo XX pensada como si fuera la sesión de un dj del XXI. No da respiro. Y además, este su séptimo disco no es más que el primero de los tres con los que Be se mantuvo ocupada durante la pandemia. El mundo, definitivamente, sigue siendo suyo.


Sunni Colón - Jujú & The Flowerbug (TETSU Recordings)


Toda una sorpresa, de las que uno encuentra buceando en internet. Sunni Colón es un muchacho de 27 años, de origen nigeriano, nacido en Los Ángeles y, tras haber vivido en medio mundo, con residencia actual en París. A lo largo de su vida ha desarrollado un gusto no sólo musical, también está interesado en campos artísticos diferentes. Por eso intenta que sus composiciones tengan un sentido plástico, para que pueda servir como acicate de experiencias inmersivas -combinando música, diseño y arquitectura- que desarrolla a través de su empresa “Tetsu”. Y justo eso es lo que se aprecia en este álbum de querencia smooth jazz/disco, y que se escucha de principio a fin como si se abriera la ventana una mañana de mayo para dejar que el aire fresco y primaveral entre por los pulmones. Una atmósfera placentera, balsámica, curativa, domina canciones tan infalibles y perdurables como la titular (directamente, a mi top 10 de bailables del año) “Rhythm to ya love” o “Lady luck”, todas ellas candidatas a hits de un mundo ideal.


Thee Sacred Souls - Thee Sacred Souls (Daptone)


¿Recuerdan aquello de warm and tender soul, que decía Percy Sledge? Pues eso es precisamente lo que reparte este trío de San Diego en su álbum de debut, que además viene avalado por la siempre infalible garantía de Daptone Records. Su productor es, además, el mismísimo capo del sello, Gabriel Roth. Juntos, productor y banda, han cincelado un trabajo que juega en las primeras ligas del soul, recapitulando lo mejor de los sellos clásicos de los sesenta, como Stax, Uni, Fania, Okeh o Custom, pero, por descontado, haciendo gala de una personalidad que desecha cualquier atisbo de facsímil o mejor ejercicio vintage. Thee Sacred Souls han hecho un disco de ahora, una ópera prima totalmente pertinente para los tiempos que corren. Puro amor distribuído a lo largo de doce composiciones que se deslizan como las piernas de una mujer sobre sábanas de satén. Pura delicia soul para paladares exigentes y escarceos nocturnos.


Redman, Mehldau, McBride, Blade - Long Gone (Nonesuch Records)


Casi treinta años después de que el cuarteto liderado por el saxofonista Joshua Redman grabara el muy celebrado Mood Swing (1994) y ya con el resto de sus miembros convertidos en leyendas del jazz por derecho propio, llegó Round Again (2020). Y parece que el juego de egos, cosa rara, no ha roto el hechizo. Vuelven al ataque estos cuatro gigantes con Long Gone, otra delicia capaz de emular a cualquier clásico de la edad de oro del hard bop que nos dé por mencionar. Los cuatro instrumentistas hacen un trabajo soberbio, de gran dinamismo y espiritualidad. Sin experimentos, sin artimañas, sin maridaje de géneros que justifique nada. Jazz puro para disfrute de propios y ajenos. Jazz universal. Una lección maestra de música a la que cualquiera puede aproximarse incluso para iniciarse y dejarse contaminar por el hechizo de un estilo que se niega a ser obsoleto y está ahora más vigente que nunca en el gusto del gran público.


Lady Wray - Piece Of Me (Big Crown Records)


Este mismo año dediqué un artículo a Nicole Wray (alias “Lady”) en el que me preguntaba si estábamos ante la nueva reina del soul. Sigo pensando, tras pasar unos meses y escuchar mucho, pero mucho, este su segundo disco en solitario, que no era nada descabellado pensarlo. Piece Of Me es, ante todo, la recompensa a un tremendo esfuerzo. Protegida en sus inicios nada menos que por Missy Elliott, Nicole se encontró a corta edad con el éxito a través de su canción “Make it hot”. Lamentablemente, la cosa no fructificó y aquello parecía la típica carrera corta estilo one hit wonder. No obstante, el tesón de esta mujer nacida para cantar quiso que su vuelta al ruedo, a lomos de los Black Keys y del añorado dúo Lady que formó junto a la británica Terry Walker, le otorgara el derecho a iniciar una carrera en solitario que ahora ve su segundo capítulo con un disco casi perfecto, repleto de argumentos incontestables para otorgarle un cetro que está muy disputado, pero ella merece enormemente.


Sault - 11 (Forever Living Originals)


De la friolera de 6 discos que este oscuro colectivo ha sacado en 2022, algunos de ellos de doble duración, sería una quimera absurda pretender quedarnos con todos. Aunque bien podríamos, calidad sobra. No obstante, bueno es sintetizar. Y para hacerlo nos quedamos con este disco de portada roja, alejada del habitual negro imperante en la ya dilatada discografía de Sault, y de título que hace referencia al número de canciones que contiene. Unas canciones que son, seguramente, lo más cerca que ha estado esta misteriosa comuna pilotada por esa especie de Banksy musical que es Inflo, de la música soul, como género imperante en una de sus obras, quiero decir. Aquí le dan al género que da gusto a través de un cancionero que seguramente no sea lo mejor que han hecho, pero guarda suficientes virtudes como para destacarlo en un año en el que Sault vuelven a ser trascendentes y, a tenor de lo aquí expuesto, todopoderosos a la hora de repartir música maravillosa. Nunca me cansaré de reivindicarles.


Kokoroko - Could We Be More (Brownswood Recordings)


Otro combo procedente de Londres (¿y van?) que mezcla jazz con otras cosas. Este año la cosa ha estado bien sembrada por ese camino. Pero Kokoroko, banda de ocho piezas liderada por la trompetista Sheyla Maurice Grey, tienen como horizonte siempre hacer gala de sus raíces africanas. El afrobeat es su pasión y así lo manifiestan en un disco de debut esperadísimo, a juzgar por la casi masiva aceptación de sus singles previos, de portada increíblemente bella, que contiene 15 efervescentes, imaginativas y ensoñadoras composiciones que cumplen a la perfección con todas las expectativas generadas.



Y ya está. Esto es lo que ha sido el año 2022 a nivel discográfico y en términos, exclusivamente, de música negra, para este que les escribe y quiere. Espero que lo disfruten, escuchen, descubran y sean felices en la entrada y a lo largo de 2023. Nos vemos en las redes. 





















Comentarios

Entradas populares