Fania: soul de ojos marrones.


Se acaba de publicar el boxset recopilatorio It's A Good Good Feeling:The Latin Soul Of Fania Records (Craft Recordings) que pone de relieve la importancia que el sello neoyorquino tuvo para lo que se dio en llamar latin soul, bugalú o shing-a-ling, como paso previo a lo que fue realmente su legado: la puesta en el mapa del género rey de todos los géneros latinos, la salsa. 

El soul latino se originó, como no, en el barrio de Harlem, New York, a través de la mixtura de razas y de la fusión cultural que generaba la convivencia de afroamericanos e inmigrantes de Puerto Rico, Cuba o República Dominicana. En los primeros años de éxito del rock and roll, su hijo pequeño, el doo wop, hizo furor tanto en unos como en otros, pero cuando la cultura negra empezó a fusionar gospel con rhythm and blues y surgió el soul, el impacto entre la población latina fue aún superior. Dicho impacto causó que esa música tan bailable y excitante se fusionara con el jazz latino y sobre todo, los ritmos afrocubanos, con el mambo y el cha cha chá a la cabeza. De ahí surgió toda una corriente genuina - el latin soul, o boogaloo o bugalú, como se le quiera llamar- que trajo una cantidad ingente de fantásticas canciones. 

El latin soul contó con una lista de artistas afiliados que quita el hipo: La Lupe, Ray Barretto, Joe Cuba, Johnny Colon, Joe Bataan, Dave "Baby" Cortez, Pucho & The Latin Soul Brothers, Pete Rodríguez y un largo, larguísimo etcétera. También los sellos proliferaron: Tico, Alegre, la división latina de United Artists... Pero la importancia de Fania para el devenir de la música más influyente en el mundo latino, desde luego, no se puede discutir. 

Fania fue el producto de la alianza de un músico y un abogado. Johnny Pacheco era un flautista dominicano que quería lanzar sus discos por su cuenta. Jerry Masucci era un abogado de ascendencia italiana, ex-policía, y con el olfato y los conocimientos necesarios como para llevar la empresa a buen puerto. Juntos lanzaron Cañonazo! - álbum del primero- bajo el nombre Fania Records, que venía, por cierto, de un son montuno de Reinaldo Bolaños. La suerte estaba echada. No sabían que iban a hacer historia. Historia a lo grande. 

Como vieron que la jugada salía bien, pronto se pusieron manos a la obra para ampliar la familia. Masucci, bajo la supervisión musical de Pacheco, fue el encargado de negociar las incorporaciones de músicos entre los muchos que pululaban por el East Harlem (o el Spanish Harlem, como se le suele llamar) y también por el Bronx. Contrataron a luminarias de la talla de Willie Colón, Larry Harlow, Bobby Valentín o incluso el mismo Ray Barretto, que con ellos crecieron hasta convertirse en las leyendas que acabarían siendo.  También se unieron algunos vocalistas atómicos, como Joe Bataan o Ralfi Pagán, que serían quizá los que más aproximarían la escudería a la música soul. 

Por si fuera poco, a Masucci, tras algunos años de funcionamiento y sinergia entre sus músicos, se le ocurrió la idea de fundirlos en unos eventos que se denominaron "Fania All-Stars". De esta forma, el 26 de agosto de 1971 tuvo lugar en el salón de baile Cheetah de Nueva York un evento en el que tomaron lugar la práctica totalidad de estrellas de la Fania y del cual incluso se llegó a rodar una película. Esa película se llamaría Salsa. Y todos sabemos a lo que dió lugar aquél nombre. Pero esa es otra historia. Y qué historia...

Johnny Pacheco y Jerry Masucci, fundadores de Fania
En lo que se centra este cuádruple cedé recopilatorio o doble vinilo de reciente aparición es en la vertiente más soul del sello. En concreto, la década que desde 1965 hasta 1975, ambos inclusive. Todos aquellos jóvenes que habían crecido disfrutando del mambo que habían traído de la patria chica sus padres y a la vez acudían a ver en directo a los explosivos Jackie Wilson y James Brown en el teatro Apollo, fueron el caldo de cultivo para un sonido totalmente nuevo. El término Boogaloo no era ajeno a la cultura afroamericana, con él se denominaba un baile que se popularizó en Chicago allá por 1964. Su asimilación por lo latino fue paulatina. Grabaciones como el "Bang bang", de Joe Cuba o "El watusi" de Ray Barretto, ya daban pistas claras de la ralentización de los típicos ritmos latinos para ajustarlos al rhythm and blues, pero el pistoletazo real de salida fue un tema novelty titulado "Boo-Ga-Loo" popularizado por el dúo cómico Tom and Jerrio en 1965 y que alcanzó el top 20. 

Gracias a ello, con Fania pasó un poco como con Motown. Estos sonidos sofisticados ayudaron a diversificar una audiencia que ya no estaba sólo compuesta por latinos. Hubieron otros sellos, por supuesto, que cultivaron el soul latino, pero no como la marca de Masucci y Pacheco, que supo extraer todo su jugo. El joven músico Bobby Valentin, más tarde conocido por ser el bajista de la mayoría de canciones más legendarias de salsa, sacó el disco Young Man With A Horn, que contenía ese bombazo titulado "Geronimo", una calenturienta incitación al baile y que abrió camino para otros actos que a la postre tendrían gran éxito. El afro-filipino Joe Bataan se había criado en Harlem y había absorbido toda la herencia afrocubana, a la par que había formado parte de conjuntos doo-wop y supo cogerle el pulso al soul en cuanto llegó. Su versión del "Gipsy woman" de Curtis Mayfield y los Impresions fue todo un bombazo en la pista de baile. 

Sin embargo, el que realmente condensó en si toda la fuerza del crossover entre lo latino y lo afroamericano fue Ralfi Pagan. Un hombre dueño de un falsetto que perfectamente podía competir con el de Smokey Robinson y que en los medios tiempos era capaz de hacer derretir a cualquiera. Un auténtico campeón del soul latino, que entre 1969 y 1975 hizo cuatro magníficos discos con Fania y en 1978 acabó sus días misteriosamente asesinado en Colombia, un crimen que aún hoy continúa sin resolverse. Su gran hit con la versión del "Make it with you" de Bread, representaba todo aquello por lo que el sello había luchado. Al fin se hacían un hueco en el mercado blanco. 

Además de estos dos portentosos cantantes, no hay que olvidar las auténticas obras maestras que, tanto en formato single como lp, repartieron gente como Ray Barretto, cuyo disco Acid bien podría considerarse el Sgt. Peppers del soul latino, o Harvey Averne, el dotadísimo músico y productor que se hizo popular con las composiciones ardientes que grababa con su banda,  como "Never learned to dance" o "Can you dig it", hasta que abandonó Fania para fundar su propio sello, CoCo. O también el atómico Monguito Santamaría, pianista, hijo del mítico Mongo, que fue de los primeros en dibujar el camino del soul en dirección a lo que terminaría siendo la salsa, algo que el indispensable Willie Colón, con los populares vocalistas de su banda, Hector "el cantante" Lavoe y, por supuesto, Rubén Blades, se encargó de definir enteramente, sobre todo a través de su fundamental disco Siembra. 

Ese tránsito del soul a la salsa, por tanto, tuvo lugar de forma coetánea a la dominación del primero de estos dos géneros y fue algo natural. El poso afrocubano, al fin y al cabo, siempre había estado presente y la "descarga" acabó ganando al crossover soul que artistas como Pagan o Bataan aún mantuvieron vivo hasta bien entrados los setenta. Pero la salsa empezó a popularizarse a partir de esos eventos mastodónticos en que se convirtieron los míticos conciertos de la Fania All Stars y su hegemonia era imparable. Fue la alternativa a la música disco para un pueblo latino que buscaba afianzar su identidad y diferenciarse de otras culturas con las que hasta entonces había convivido. Pero todo eso, como antes decíamos, es otra historia...


Fania en cinco discos fundamentales (haz clic en el título del disco para escuchar)



Bobby Valentin - A Young Man With A...: 


Más tarde sería conocidísimo como bajista de salsa, pero en 1966 aún se dedicaba a la trompeta (o el fiscorno, que es lo que sale en la portada). A Young Man With A... (horn), con su título en alusión al biopic del músico de jazz Bix Beiderbeque,  es el primer disco de Fania que afianza el crossover que la marca intentaba introducir en el mercado. Ritmos afrocubanos mezclados con rhythm and blues que dan resultados óptimos en la infecciosa versión boogaloo del tema de Batman, el "Good lovin'" que les roba los Rascals o la tremenda "Geronimo",  tema que puede considerarse piedra filosofal del soul latino, pues define a la perfección sus coordenadas. Ritmo marcado a piano y bajo, congas muy locas, el fiscorno de Valentin montando una buena y todo el poder hipnótico de una banda de músicos más que engrasada. 


Ray Barretto - Acid:

Considerado, como decíamos, como el Sgt. Peppers del invento, por ser un disco fundamental para entender cómo la música latina cambió tanto el jazz como el soul para derivar finalmente en otro género rey, la salsa. El percusionista de origien puertorriqueño, que en el futuro asumiría el papel de director musical de la Fania-All Stars, comenzó a experimentar influenciado por la incipiente psicodelia y con Acid estrenaba su relación con el sello con el que más éxitos cosechó. El álbum es un hipnótico compendio de ritmos en los que las congas dominan, pero fantásticamente arropadas por una serie de músicos que -se nota claramente- se están dejando el pellejo en cada nota. Da la impresión de que no hay nada premeditado, todo fluye libremente al más puro estilo jazz y en base a ello, sin embargo, se logra un compendio de temas absolutamente incontestable, con "A deeper shade of soul" o "The teacher of love" a la cabeza. Una obra mestra indiscutible y uno de los discos más influyentes de la música latina.


Harvey Averne - The Harvey Averne Dozen:

Con permiso de Viva Soul, disco también incontestable que Averne grabaría para Atlantic Records, The Harvey Averne Dozen es el mejor disco de este dotado músico y productor, grabado, además, de forma coetánea al momento en que produjo las sesiones del Acid de Barretto, arriba reseñado. A diferencia del disco de cariz mucho más libre del percusionista, el de Averne es probablemente uno de los discos de Fania más centrados en que los ritmos afrolatinos sonaran a soul. Desde el bombazo "Never learn how to dance", el compendio de orginales y versiones no deja respiro: "Girl that I love", su efervescente versión del "I feel fine" de The Beatles, o esa preciosidad llamada "Central Park", digna de coronar cualquier allnighter de northern soul que se precie. Un bombazo de disco que alcanzaba cotas astronómicas en su versión original y que fue reeditado en España por Vampisoul, la subsidiaria de Munster.


Joe Bataan - Singin' Some Soul:

Podríamos perfectamente decir que Bataan es el epítome de vocalista latin soul, pero tendría que vérselas en una seria pugna con Ralfi Pagan. En todo caso, es un artista en cuya discografía (con Fania, en su práctica totalidad) es un verdadero placer sumergirse. Había algo en el sedoso vibrato de su voz que le hacía inconfundible. Quizá fuera esa extraña mezcla de procedencias (padre filipino, madre afroamericana y crianza en el Spanish Harlem) la que le dotaba de ese cariz tan reconocible al cantar, pero el caso es que cuando uno le coge el gusto, es un vicio difícil de abandonar. Singin' Some Soul, su quinto álbum para Fania, editado en 1970, es probablemente el que mejor define su estilo. Se abre con la preciosa "My cloud" una balada deep soul con un modo de cantar que le emparenta con Smokey, Marvin o incluso Sam Cooke. Tras ello se suceden algunos de los mayores clásicos de su repertorio como "Ordinary guy", "Under the street lamp", o sobretodo ese "Young gifted and brown", favorita personal del que suscribe, que puede calificarse como la canción que mejor le define tanto a él como, en general, al soul latino. Obligatorio. 


Ralfi Pagan - Ralfi:

Otra debilidad personal. El penúltimo disco para Fania del fatídicamente malogrado Ralfi, que no viviría para recaudar las mieles que su voz aterciopelada prometía. Una oscura trama a manos, según se dijo, de un promotor que no le quería pagar por su trabajo, terminó con su cuerpo sin vida abandonado en una playa de Cali. El Flaco de Oro, como era conocido, empezaba a ser famoso de veras en latinoamérica y probablmente tenía una gran carrera por delante. Una verdadera lástima, sobre todo a luz de lo que era capaz de ofrecer con discos tan rotundos como este. Su "disco blanco". Una maravilla confeccionada a base de medios tiempos que rezuman soul y sensualidad. Versiones de "Didn't have to do it", de The Lovin Spoonful, "It's too late", de Carol King, o especialmente lograda, "I'd have you anytime", de George Harrison, dan testimonio de un intérprete de esos que son capaces de adueñarse de cualquier cosa que roce sus cuerdas vocales. Un disco sin fisuras que culmina con un emocionante "The Bottom Line", perfecto epitafio para su tragedia. 


Para escuchar completo el recopilatorio It's A Good Good Feeling. The Latin Soul Of Fania Records (The Singles) haz clic aquí 

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