Black Albums 2021: Lady Blackbird - Black Acid Soul (Foundation Music/BMG)


Nada nos preparaba este año para recibir una barbaridad como esta. Nada. Un disco que reivindica todo lo clásico, pero a la vez suena completamente vigente. Con una autoridad sin mácula para traer a la palestra sin pestañear nombres como Nina Simone, Tim Harding, Irma Thomas... Un álbum poderosamente introspectivo, nocturno, como aquél Night Beat, del maestro Sam Cooke, del que precisamente toma "Lost and looking", haciéndola reverdecer. 

Y es que el encanto casi fruto de la brujería que contiene Black Acid Soul, debut discográfico de la enigmática Lady Blackbird, es algo que se ha cocinado a fuego lento. La dueña de esa voz entre Roberta Flack y Tina Turner que nos para el corazón se llama en realidad Marley Munroe. Nacida en Nuevo México, pero criada en Los Ángeles, su pasión por la música destapó desde bien pronto un talento realmente dotado para extraer lo máximo de cualquier canción que se propusiera interpretar. Lamentablemente, sus intentos por labrarse una carrera no fructificaron como es debido. Relaciones truncadas con diversas discográficas que no la entendían le hicieron perder un tiempo precioso.

Todo cambió al entrar en contacto con el laureado productor Chris Seefried. En él encontró a un colaborador que la entendía perfectamente. Juntos han ido, poco a poco, trabajando en el estudio las canciones que conforman este disco, que pese al tiempo que se han tomado para acabarlo, suena apabullantemente cohesionado. 

Las primeras noticias de este nuevo nombre en la escena jazz-soul llegaron de la mano de su versión nada menos que del "Blackbird" de Nina Simone, clásico especialmente reivindicativo para con los derechos civiles del pueblo afroamericano que se publicaba, además, pocos días después del asesinato de George Floyd, abundando en el subsiguiente ascenso del movimiento Black Lives Matter. Si bien es difícil aproximarse a una canción de la Simone y no morir en el intento, con su interpretación, Munroe logra demostrar una grandeza como vocalista que a partir de ahí empezó a granjearle los elogios de gran parte de la prensa. 

El mismísimo Gilles Peterson la ha llamado "la Grace Jones del jazz" y no va en absoluto desencaminado. Además de voz, Lady Blackbird tiene una poderosa imagen y presencia escénica. Sus presentaciones en vivo dejan de todo menos indiferente. Es, claramente, una nueva estrella en alza que además, ha cuidado hasta el detalle este disco, que es, al fin y al cabo, su tarjeta de presentación al mundo. 

Black Acid Soul es, más que nada, un disco de versiones. Pero de versiones nada evidentes, escogidas con tino y llevadas completamente al terreno de la artista. Escuchamos su apropiación de "Ruler of my heart" o "It'll never happen again", originales de Irma Thomas y Tim Harding respectivamente, y olvidamos fácilmente su procedencia. Y es porque el disco está pensado, diseñado y ejecutado para poner sobre todas las cosas la voz de su protagonista. Por eso se ha optado por una manera de afrontar la grabación moderna, pero ajena al artificio y a muchas de las técnicas actuales, que no hubieran hecho sino embadurnar lo importante. Aunque ojo, eso no quiere decir que el disco esté exento de elaboración. La tiene. Sutil, eficiente y dotada de portentosos arreglos que elevan las canciones y su plasmación directamente al cielo. 

Todo mantiene un feeling pausado, pero con la suficiente tensión como para que el oyente se mantenga alerta, atento a cualquier detalle. No hay más que escuchar la apropiación del oscuro clásico de deep soul de Reuben Bell and The Casanovas, "It's not that easy", una verdadera tormenta pasional. 


Es un disco en el que pasan cosas. Se nota la importancia del discurso vocal, pero también de una instrumentación, que incluso cobra pleno protagonismo en la canción titular,  que cierra el disco y es producto del esfuerzo conjunto de Blackbird y toda su banda de estudio, que además de Seefried cuenta en sus filas con luminarias como el pianista Deron Johnson, antiguo colaborador de Miles Davis

Y es que no todo son versiones. Mención especial merece la que fué realmente la primera colaboración de productor y vocalista. Un tema compuesto por el primero titulado "Nobody's sweetheart" cuya profunda melancolía y perfección musical lo sitúan a la altura de todos los bien escogidos clásicos que lo acompañan, entre los que resplandecen especialmente la lectura de "Collage" de la banda sesentera de blues rock -liderada por Joe Walsh- The James Gang , o "Wanted dead or alive" de la oscura banda de funk The Krystal Generation, retitulada aquí "Beware the stranger". Ambas reciben un tratamiento totalmente diferente al original, se les da la vuelta como a un calcetín, sobre todo en la segunda, quizá la producción más elaborada de todo este lote. 

Es un trabajo increíble. Sobrecogedor. Un viaje a las profundidades del soul, del jazz y de todo lo que tenga que ver con música negra atemporal. Por que, no se confundan, aquí no hay revival, ni clasicismo, ni afán de homenajear a nada ni a nadie. Aquí lo que hay es una voz a la que acompaña una de esas personalidades de las que sólo están dotadas las grandes artistas, que además se ha canalizado a través de un trabajo sorprendente, adictivo y verdaderamente trascendente. La espera, no lo duden ni por un segundo, ha merecido la pena. 

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